Debo a un regalo de M la siguiente anécdota, atribuida a Carlos V: el emperador recibió en cierta ocasión la siguiente sentencia:
"Perdón imposible, que cumpla su condena".
Su magnanimidad recorrió la coma:
"Perdón, imposible que cumpla su condena".
La posición de la coma transformó la suerte de un desdichado.
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