«Como que no había razones para rejuvenecer».
Prójor (en Sangre extraña, de Mijail Sholojov)
Ufano me aparto del nostálgico tañedor de baladas a Plutón, de quien con un ribete negro amarró una cartita lacrada en papel Saint Louis a un globo aerostático lleno de helio para despedirlo. ¿Tristes por qué, porque perdimos un planeta? Todo lo contrario. De antemano me divierte la posibilidad de contar a los futuros niños que nací en un sistema planetario ya desaparecido, como los armenios que nacieron rusos o los islandeses que nacieron daneses pertenecen también hoy a países distintos de aquellos que les expidieron el acta de nacimiento.
Y aunque favorezco la idea de estrenar sistema planetario, no la aplaudo. Algo me ha dejado resquemor. Desde épocas antiquísimas hasta ahora, nuestras creencias astronómicas habían sintonizado con nuestras edades culturales: los egipcios divinizaron a los cuerpos celestes, los helénicos titubearon entre una astronomía primitiva y una mitología caduca, los medioevales se ocuparon más del Cielo que del cielo, hasta que Galileo contrarió a la Iglesia y la física moderna comenzó a desentrañar algunos misterios galácticos y a plantear otros aún más oscuros… El siglo XX terrestre fue en muchos sentidos un collage de acciones típicamente adultas. Por eso no concordaba el advenedizo Plutón.
2003EL61: la mandarina cósmica y sus semillas satelitales.
Como su nombre lo indica, 2003EL61 refleja el estado de nuestra época. El mote de Santa no es una concesión candorosa sino un antifaz acientífico para ocultar aposta la malicia adulta. El escandalín académico en torno a su descubrimiento funge como la contraparte de aquella inocencia plutoniana desechada: unos españoles accedieron por internet a ciertos archivos privados del Caltech, donde estaba ya registrado ese objeto de contorno mandarinesco que es 2003EL61. Muy hábiles, los investigadores de Sierra Nevada se adelantaron una semana al anuncio californiano del descubrimiento. Aún festejaban cuando se reveló la engañifa. No hubo jovencitos brillantes ni tampoco niñas dulces que charlaran con su abuelo sobre astronomía; se apreció un puro desenfreno por el prestigio y la ambición, la falta de ética y un exceso de ambición.

2003EL61 (extrama izquierda) en comparación con la tierra.
Santa hace visible otro rasgo prototípico de nuestra era: la velocidad. En su movimiento de traslación tarda sólo cuatro horas. El golpe tremendo que le imprimió tal celeridad le fracturó, de paso, dos pequeños satélites. Se presume que el girar vertiginoso le ha dado esa fascinante figura oblonga, muy acorde con el espíritu inconforme de nuestras generaciones.
La esfera más redonda jamás creada, con una asimetría de 40 átomos.
¡Pero quién sabe! Acaso me equivoque y no acierte a entender que lo auténticamente adulto y contemporáneo sea reunirse en Praga para votar una nueva definición de planeta sin detenerse a considerar si el modelo resultante muestra, como era ya tradición –o no: para marcar una ruptura–, ese paralelismo entre astronomía y edad cultural.
5 comments:
¡Tercer volumen!
pues yo no sé enrique g de la g... pero como ya dije en mi blog, al pobre plutón lo relegaron y ni se dió cuenta, sí, por su naturaleza "no de planeta" y por su movimiento eterno para dar una vuelta al sol. Pero también, y last but not least, por su tamaño.
Compraré el vol. III de Cuaderno Salmón, ya es hora.
Ya es hora.
serà que por no tener tele, yo no me entero de nada... ya no puedo cantarle a mis ninyas la cancion de los planetas? Cuantos planetas son ahora los de nuestra galaxia?
Lo siento pero odio que me rompan los topicos... toda la vida creyendo una caso y asi de buenas a primeras resulta que nunca fue asi y que solo por capricho decidieron que asi era... cagüenlaleche.
Me gustó mucho tu artículo, felicidades.
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