Corintio, Ginebra

Cuentan que Nerón detuvo el proyecto de construir un canal en el istmo de Corintio, la parte más estrecha de la península del Peloponeso, porque los científicos de la época habrían pensado que, al dividirla, se hundiría, como se había hundido ya, por ejemplo, la Atlántida.

En realidad eso es un mito. Nerón mismo dio el primero palazo, antes de que 6,000 judíos se pusieran a excarvar. Lo que los científicos de la época habían observado era un desnivel entre los golfos de Corintio y Sarónico, una dificultad técnica entonces insalvable. (Curiosamente, los técnidos dieron a Napoleón muchos siglos más tarde el mismo dictamen cuando pidió que se investigara la posibilidad de construir un canal en Suez. Tardaron 50 años en descubrir el error.)

Esta semana, un alemán interpuso una demanda contra el CERN porque, aducía, el Colisionador de Hadrones originaría un agujero negro por donde todos seríamos succionados irremisible, irremediablemente. Otro paranoico, aún más pasional, amenazó de muerte a los responsables (sic) en caso de que los experimentos generaran el susodicho hoyo negro.