Desde hace más de una década hay escándalos en la prensa por las armas que la compañía alemana Heckler und Koch exporta a México. Por desgracia, estas historias no son nuevas.
Los tanques de guerra se estrenaron oficialmente en la Primera Guerra Mundial, pero ya habían estado activos en conflictos anteriores. Uno de los laboratorios de los alemanes para probarlos fue nada menos que la Revolución Mexicana.
Todo empezó con la marca berlinesa Protos, que se hizo mundialmente famosa cuando uno de sus coches ganó la carrera alrededor del mundo de París a Nueva York en 1908. Ante el triunfo, Siemens adquirió la marca de inmediato.
Siemens ya tenía negocios en México, por lo que fue natural que en 1912 abriera una agencia de coches Protos en la Ciudad de México, a pesar de estar en pleno la revolución. La llevaba el Checo Pérez de la época, un tal Ubaldo Bassini: Garage Protos estaba en Revillagigedo 51, cerca de la Alameda.
Al año siguiente, el presidente Victoriano Huerta mandó comprar dos tanques de guerra a Alemania. Hay muy poca información al respecto (unos pocos posts que mencionan solo un tanque), por lo que hablé con el Siemens Historical Institute. Desgraciadamente en el archivo tampoco hay mucha información.
Esto es lo que he averiguado cotejando las distintas fuentes: Protos Garage compró e importó los tanques, destinados para el Ejército Federal. Las carrocerías blindadas estaban montadas sobre el chasis del coche Protos, pesaban 4 toneladas, tenían un motor de 44 caballos de fuerza, llantas Continental y uno portaba una metralleta MG 08 giratoria (el arma alemana por excelencia hasta la II Guerra Mundial).
Hay pocas fotos: en la fábrica (fechada en marzo de 1913) y otra con civiles en México. Hay dos más en una estación de trenes con revolucionarios. Atrás hay publicidad de Cervecería Cuauhtémoc, lo que induce a pensar que podría ser Monterrey, pero quizá sea la Estación Buenavista del DF.
Según una fuente, los tanques quedaron abandonados en Monterrey, por lo que los zapatistas se los apropiaron en 1914. Pero ni siquiera pudieron moverlos, por lo que quedaron abandonados nuevamente. El tiempo y el vandalismo los fueron destruyendo poco a poco, y nada quedó.
Mientras esto sucedía, Huerta huía al exilio a bordo del barco alemán "Dresden". En una serie de reuniones en el Hotel Manhattan, en Times Square, el famoso espía Franz von Rintelen le ofreció apoyo oficial para reinstalarlo en el poder a cambio de alinearse con Alemania durante la Primera Guerra Mundial contra Estados Unidos. Huerta aceptó, sin saber que el servicio de inteligencia británico había interceptado las comunicaciones de von Rintelen con su gobierno. Camino a México y al poder, Huerta fue arrestado poco antes de llegar a la frontera. Murió poco después en la prisión de El Paso, al parecer envenenado.