Mark Twain dixit

"Twenty years from now on you will be more disappointed by the things that you didn't do than by the ones you did do. So throw off the bowlines. Sail away from the safe harbour. Catch the tradewinds in your sails. Explore. Dream. Discover."

La fórmula secreta / Coca-Cola en la sangre

Mientras buscaba, por sugerencia de JA, una entrevista a Rulfo, terminé encontrando una obra maestra del cine mexicano que desconocía absolutamente, y que me ha hecho enloquecer. Se trata de "La fórmula secreta o Coca-Cola en la sangre" (1964), de Rubén Gámez.

No abundaré en el hecho de que ganó cuatro primeros lugares del I Concurso de Cine Experimental, al derrotar a "En este pueblo no hay ladrones". Dura 42.00 minutos.

Daré solamente las primeras impresiones, así de botepronto, que tuve. La plancha inmensa y vacía del zócalo... ya eso vale la pena de verse.

A un hombre mexicano le transfunden coca, en lugar de sangre, y eso desata una serie de pesadillas y sueños extraños que el espectador calificará como "surrealistas". La escena de la vaca es una de las cosas más impresionantes que haya visto, de una fuerza atroz y terrible, subrayada por los pies descalzos del carnicero. Quiero ver un guiño al ojo, también vacuno, de Un chien andalou. También la escena del hombre del bolso y el charro me recordaron a Archibaldo de la Cruz.

En algunos paisajes rulfianos hay hombres que lo completan. Lo mismo que ahora tanto se le celebra a S. Tunick, pero acá la gente está vestida. Durante esos encuadres se oye a Jaime Sabines leyendo un poema, el único poema en realidad, de Juan Rulfo, que transcribo más abajo. Las letanías son de una ironía fina y por demás divertida: así como el malinchismo ha conducido a México a la adopción inconsciente de productos gringos, como "las aguas negras del capitalismo yanqui", esa bebida compuesta con una fórmula secreta que corre ya por nuestro torrente sanguíneo, con ese mismo ingenuo automatismo repiten el Ruega por nosotros los creyentes.

¡Y! No digo más. En parte para no alargarme. Pero sobre todo porque aquí está la peli. Desgraciadamente faltan los últimos 2 ó 3 minutos, pero es la única manera de verla. No tiene desperdicio alguno: verla no es perder el tiempo.

La fórmula secreta
por Juan Rulfo

I
Ustedes dirán que es pura necedad la mía,
que es un desatino lamentarse de la suerte,
y cuantimás de esta tierra pasmada
donde nos olvidó el destino.
La verdad es que cuesta trabajo aclimatarse al hambre.
Y aunque digan que el hambre
repartida entre muchos
toca a menos,
lo único cierto es que todos
aquí
estamos a medio morir
y no tenemos ni siquiera
donde caernos muertos.
Según parece
ya nos viene de a derecho la de malas.
Nada de que hay que echarle nudo ciego a este asunto.
Nada de eso.
Desde que el mundo es mundo
hemos andado con el ombligo pegado al espinazo
y agarrándonos del viento con las uñas.
Se nos regatea hasta la sombra,
y a pesar de todo así seguimos:
medio aturdidos por el maldecido sol
que nos cunde a diario a despedazos,
siempre con la misma jeringa,
como si quisiera revivir más el rescoldo.
Aunque bien sabemos
que ni ardiendo en las brasas
se nos prenderá la suerte.
Pero somos porfiados.
Tal vez esto tenga compostura.
El mundo está inundado de gente como nosotros,
de mucha gente como nosotros.
Y alguien tiene que oírnos,
alguien y algunos más,
aunque les revienten o reboten nuestros gritos.
No es que seamos alzados,
ni es que le estemos pidiendo limosnas a la luna.
Ni está en nuestro camino buscar de prisa la covacha,
o arrancar pa'l monte
cada vez que nos cuchilean los perros.
Alguien tendrá que oírnos.
Cuando dejemos de gruñir como avispas en enjambre,
o nos volvamos cola de remolino,
o cuando terminemos por escurrirnos sobre la tierra
como un relámpago de muertos,
entonces
tal vez llegue a todos el remedio.

II
Cola de relámpago,
remolino de muertos.
Con el vuelo que llevan,
poco les durará el esfuerzo.
Tal vez acaben deshechos en espuma
o se los trague este aire lleno de cenizas.
Y hasta pueden perderse
yendo a tientas
entre la revuelta oscuridad.
Al fin y al cabo ya son puro escombro.
El alma se ha de haber partido
de tanto darle potreones a la vida.
Puede que se acalambren
entre las hebras heladas de la noche.
O el miedo los liquide
borrándoles hasta el resuello.
San Mateo amaneció desde ayer con la cara ensombrecida.
Ruega por nosotros.
Ánimas benditas del purgatorio.
Ruega por nosotros.
Tan alta que está la noche y ni con qué velarlos.
Ruega por nosotros.
Santo Dios, Santo Inmortal.
Ruega por nosotros.
Ya están todos pachiches de tanto que el sol les ha sorbido el jugo.
Ruega por nosotros.
Santo san Antoñito.
Ruega por nosotros.
Atajo de malvados, retahila de vagos.
Ruega por nosotros.
Cáfila de bandidos.
Ruega por nosotros.
Al menos éstos ya no vivirán calados por el hambre.

"Emoticons", by William Safire

[Today's text of Safire's column "On Language" (New York Times' Sunday Magazine)]

When was the last time you saw a person stop and think on television?

Thinking in public is just not done. When asked a question or given some other verbal or visual cue, a panelist or interviewee will bark out an instantaneous answer. Talking points will march out smartly, often backed up by a fact or a figure to display a certain certitude.

But in a subjunctive mood, we can ask: What if a candidate, expert or pundit were to lean back in the hot seat, look up at the ceiling, wrinkle the brow, steeple the fingers — and say nothing for four or five seconds?

Unprepared! the audience expecting instant profundity would cry. The alien thinker would be adjudged to be frozen stiff, startled into silence, exposed as ignorant. Vast legions of impatient viewers would stab frantically at their clickers; others listening on iPods or squinting at tiny hand-held screens would frown and check their batteries. As eyeballs came unstuck and ratings collapsed, advertisers would demand rebates, and the production’s booker would be fired. The sought-after savant caught momentarily marshaling thoughts on camera would be transformed from a get to a geddoutahere.

Language is in its third phase of compression. Three centuries ago, we were fed the short’nin’ bread of contraction; won’t, don’t, I’m, you’re made the apostrophe the king of cant, which caused a 19th-century lexicographer to denounce writers “carrying contraction to such an excess as to make their writings unintelligible to all but the initiated.”

Then came the period of portmanteau terms, named after the French suitcase with hinged compartments: chuckle and snort blended into chortle; breakfast and lunch fused into brunch; and, in our time, broadcast and the World Wide Web morphed into webcast (still capitalized as “Webcast” by the New York Times copy czar).

Electronic communication has whisked us into a third phase of compression: the Age of Shortspeak. As we listen and watch replays of multicasts to suit our scheduling convenience, those above-mentioned interminable, bor-r-ing four-second pauses are edited out. Humanizing uh, er, ah, um moments of meaningless vamping are pitilessly erased; even the dramatist’s “pregnant pause” has been digitally aborted.

Why? Time is credit (formerly “Time is money”), and the drawl is dead. If the panelist or debater cannot promptly hit the spittoon with a preconceived reply unencumbered by grunts, an engineer posting the transmission that the television couch potatoes and the Internet mash potatoes watch will squeeze the speaker’s speech down to fit. As a result, “live” talk — conversation between warm-bodied humans in real time — seems ponderous, awkward, in need of the smoothing talcum of speed.

The acceleration of shortspeak forces us to confront the seamy side of semiotics, which is the study of nonverbal signs and symbols in semantics and syntactics. I have no objection to time- and space-saving signals that convey instant instruction: red and green lights are better than the words “stop” and “go”; a skull and crossbones is a visual reminder not to drink the iodine; a simple arrow beats “this way to the egress.” (An icon of a pair of pants on a lavatory door, however, is confusing to both slacks-clad women and slack-jawed men.)

The trouble is that the stylized drawings of iconography (rooted in the Greek eikenai, “to seem like,” and graphein, “to write”) are threatening to take over the precise communication of words. Our computer “desktops” — a word coined by Dashiell Hammett in 1929 to mean “working surface of a desk,” on which a private eye could plonk his feet — changed in the ’80s to describe the size of a computer. Now a desktop is a computer’s opening screen that displays icons representing paths to actions like filing (a tiny file cabinet) and ejecting (a trash pail) or access to a source of news (a Roman letter “T” for “Times”). The symbolic picture takes up no less space than the descriptive word, but it’s lively to look at as it shortcuts the function of language.

Nowhere is this cheerful shortcutting better illustrated than in the meteoric rise of the emoticon. (Meteors fall as well as rise, as politicians know; put not all your faith in language’s metaphoric pictures.) Though Merriam-Webster has a 1987 citation by Jim Greenlee using the word to discourage “emotional conversation,” the coinage came to mean “the use of keyboard symbols to draw pictures,” as in Kevin Mackenzie’s 1979 combination — a dash followed by a closing parenthesis, like -), to stand for “tongue in cheek.” In 1982, Prof. Scott Fahlman of Carnegie Mellon University came up with what he called a “joke marker”: this combination of colon for eyes, dash for nose and closing parenthesis for mouth viewed sideways to form :) that was the smiley; for millions, it replaced the language sentence “I’m only kidding.” (“Language sentence” is a retronym, like “biological father.”) Substitute a semicolon for the colon and open the parenthesis, like ;-(, and you have a frownie with a raised eyebrow.

I have been nibbling around the edge of a big subject today. Those concerned about the compression of our sped-up language are directed to “Linguistic Ruin? LOL! Instant Messaging and Teen Language,” by Sali Tagliamonte and Derek Denis, an article in the spring 2008 quarterly “American Speech” (dukeupress.edu). My choice for most influential and seminal language book of the year is “Always On: Language in an Online and Mobile World,” by Naomi S. Baron, professor of linguistics at American University in D.C. (Oxford University Press, $30). She’s a scholar who can write in real time with real words.

Capitalist-communist Friday

My Friday, yesterday:

10.00 Go to Potsdamer Platz and do some French. I observe very consciously the buildings of Rafael Moneo, Renzo Piano, Helmut Jahn, Sharoun (the burned Philarmonie).

12.00 Go to the Humboldt University, and meet C by chance: the second time in 48 hours. Funny! Had a long French conversation about odd and casuality with M and T.

14.00 Explain to S some architectural issues next to Friedrichstrasse like, for instance, about Christian Boros' bunker-art-gallery (and I miss the Mies' Barcelona-Pavillon-copy stuff).

18.00 Talk with AL about McKenzey, PricewaterhouseCoopers, banks, and pure capitalism in a good capitalistic restaurant just around the corner of Bertold Brecht's Ensamble in East Berlin.

19.30 Meet A while shopping with H. I talk about the convenience of wearing Timberland shoes.

21.00 As I'm passing by, I see that Jean-Luc Godard's La chinoise is about to start, so I slip into the cinema just like that. But since I haven't read Dostoievsky's The Possessed I really don't get it at all. I like Véronique's explanation of the two-frontal-fight, the red Maoist books aesthetics, the capital i's written with their point, and the movie is depicting with such clearness the events about to happen next year, that I feel impressed. I wonder why those guys where so excited about changing the world.

22.30 I have a drink in a trendy bar with A & H. I pay 8.50€ for a Bloody Mary.

Max Frisch: "Homo faber"

"Ein Defekt in der Brennstoffzufuhr, was natürlich nicht vorkommen sollte, eine einzige blöde Panne genügt, sagte ich, und was nützt es mir, dass von 1000 Flügen, die ich mache, 999 tadellos verlaufen; was interessiert es mich, dass am gleichen Tag, wo ich ins Meer stürze, 999 Maschinen tadellos landen?"

[Seite 69]

"Totalidad y fragmento". Tributo de O. Paz a José Luis Cuevas

[Aclaración esencial: no fui capaz de mantener el formato del poema con esta bazofia de editor que tiene el blogger; sin embargo decidí publicarlo porque el poema no está en internet como un incentivo a que se le busque al final del tomo 7 de las Obras Completas de Paz.]

En hojas sueltas
arrancadas cada hora
hoja suelta
cada hora
José Luis traza un pueblo de líneas
iconográficas del sismo
grieta vértigo tremedal
arquitecturas en ebullición
demolición transfiguración sobre la hoja
contra la hoja desgarra acribilla pincha sollama atiza acuchilla apuñala traspasa abrasa calcina
pluma lápiz pincel
fusta vitriolo escorpión conmemora condecora
frente pecho nalgas inscribe el santo y seña
el sino el sí y el no de cada día su error su errar su horror
su furia bufa su bofa historia su risa
rezo de posesa pitonisa la filfa el fimo el figo el hipo el hilo el filo desfile baboso de bobos bubosos
tarántula tarantela tarambana atarantada teje trama entrelaza
líneas sinos
un pueblo
una tribu de líneas vengativo ideograma
cada hora una hoja
cada hoja página del juicio final
de cada hora sin fin
fragmento total que nunca acaba
José Luis dibuja en cada hoja de cada hora
una risa como un aullido
desde el fondo del tiempo desde el fondo del niño
cada día José Luis dibuja nuestra herida

Foto: retrato de J.L. Cuevas por Graciela Iturbide

Joyce, Rothko... and Pessoa

Audrey Raines, Elena Dementieva

Umtaufen | Rebautizar

This picture changed the History of Photography, as it changed Henri Cartier-Bresson's life:
Three Boys at Lake Tanganyika by Martin Munkácsi (1929, 1930?).

Wegen meines großen bzw. zunehmenden Interesse an die Fotografie und die Sehkünste, habe ich mich dafür entschieden, mein Blog umzutaufen. Jetzt heißt es

Philosophisches & Literarisches SehLoft

* * *

Debido a mi gran y creciente interés por la fotografía y las artes visuales he decidido rebautizar mi blog. Ahora se llama:

Philosophisches & Literarisches SehLoft

Que podría (mal)traducirse como "Loft-visual filosófico y literario".

Sobre la (in)utilidad de este blog

Un blog como éste sirve, por lo visto, para elaborar listas como ésta. Casi ya ni siquiera para la conversación, salvo contadas excepciones. Ay...

(Y no, nunca he publicado en Librínsula, ni siquiera sé qué sea. Hubiera preferido, por otro lado, que escribieran Cuaderno Salmón en lugar de istmo, donde el presente "colabora" es un error.)

Danubio, Bellas Artes

Voy cruzando el Danubio y veo este grafitti en el puente. (Voy siendo consciente de mi afición por los grafitti.)

Recuerdo de inmediato, por mera asociación, una de las mejores exposiciones que he visto en México. Fui con la guapérrima de R aquella vez.

¡Ay, la saudade!

Big wooden chairs: Prague, Jena

Last week I saw in Prague a 20 meters-high wooden chair very similar to that one I saw last month in Jena's Universitätsbibliothek. Unfortunately I don't remember the name of the artist, just the name of the sculputure in Germany: "Leerstuhl" ("empty chair"), a word that sounds like "Lehrstuhl" ("cathedra").

Did I see Machida Kumi in Vienna?

Last week as I was entering Vienna's Stadtpark, I found this grafitti on an electrical register behind some bushes.

Immediately I thought (I had no choice!) of Machida Kumi, an outstanding Japanese artist whose line I admire completely delighted. If you don't know her, it's worth a look at her work (still one more week of the exhibition in Hannover, but I'll miss it...).

Tzompantli, Sedlec Ossuary

Some Mesoamerican civilizations like the Mixtecs, Toltecs, Aztecs and even the Mayas used to display the skulls of defeated warriors. Such a palisade is called tzompantli. This one belongs to the 1587 Aztec manuscript called the Codex Tovar.

Thousands of kilometers and cenuries away, the catholics of Kutná Hora decorated a whole gothic chapel with thousands of skulls and other bones. The Sedlec Ossuary is for sure the most macabre place I've ever visited. See a collection of impressive pictures.