¿Cómo queremos que funcionen nuestras leyes si los encargados se quedaron estancados en el Siglo de Oro, por decir lo menos, pues dudo que la palabra "quevedo" no evoque en ellos más que unos anteojos, entre los más ancianos?
Me han pedido que firme una Carta Poder de la que rescato esta 'albeante joyita' digna de Góngora. Se trata de la versión ya corregida y editada por mí porque, ¡oh paradojas!, tenía errores de ortografía:
"Y, así mismo, para que conteste las demandas y reconvenciones que se entablen en mi contra, oponga acepciones dilatorias y perentorias, rinda toda clase de pruebas, reconozca firmas y documentos, redarguya de falsos a los que se presenten por la parte contraria, presente testigos, vea protestas a los de la parte contraria, los repregunte y tache, articule y absuelva posiciones, recuse jueces superiores o inferiores con causa o bajo la protesta de la ley, oiga autos interlocutorios y definitivos, consienta de los favorables y pida revocación por contrario imperio, apele, suplique e interponga el recurso de causación de los adversos, pida aclaraciones de las sentencias, ejecute, embargue y me represente en los embargos que contra mí se decreten, pida el remate de bienes embargados, en fin para que promueva todos los recursos que favorezcan mis derechos, ratificando desde hoy lo que usted haga en este particular".
Amén.
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