Premisa 1: Kandinsky pretendió "pintar" la música. Ya antes Pitágoras y los otros cofrades habían "visto" los patrones musicales del mundo.
Premisa 2: Jena y Munich se disputan la originalidad del primer planetario (moderno) del mundo. En realidad, la idea de construirlo surgió de Oskar von Miller, el director del Deutsches Museum de Munich, hacia 1905, y lo comisionó a la compañía Carl Zeiss, famosa por sus lentes, de Jena. En esta ciudad, pues, se construyó y probó satisfactoriamente en 1923. Se llevó entonces el proyector a Munich, y allí se estrenó publicamente un año más tarde. Sólo entonces se pudo establecer en Jena un planetario, que aún existe: tiene 82 años y no sólo conserva la madera original de las paredes y las butacas de aquel entonces, sino que justo en el centro puede verse el
proyector, uno de los más modernos del mundo. La pantalla es exactamente media esfera, y suma más de 800 metros cuadrados de superficie.
Conclusión: Así como la música crea una atmósfera que envuelve a quien la escucha, el planetario de Jena con su proyector lo envuelven a uno con un efecto más propio de la música que de las imágenes.
Corolario: Por aquí vino hace unos meses ya Peter Greenaway y además de mostrarnos algunos fragmentos de
The Tulse Luper Suitcases y el trailer de
Nightwatching, comentó la necesidad urgente de acabar con la "tiranía" del cine que consiste en sentarse todos viendo en una misma dirección. El planetario podría acabar con esa tiranía.
Lo que vi esa noche en Jena fue un video de efectos especiales sintonizado con las mejores rolas de Pink Floyd. También puede verse un musical de Queen.