André Maurois cuenta en En busca de Marcel Proust que a mediados de 1922, "cuando Jacques Rivière le pidió [a Proust], para la Nouvelle Revue Française, un artículo sobre Dostoievsky, declinó el encargo, aduciendo que "admiro con pasión al gran ruso, pero lo conozco imperfectamente. Tendría que leerlo y releerlo, y mi obra quedaría interrumpida durante meses. No se me ocurre otra respuesta que la del profeta Nehemías (creo), quien, montado en una escalera, respondió a quienes le gritaban que bajase, no sé para qué: Non possum descendere, magnum opus facio"" (p.285).
Proust, que citaba siempre de memoria, se refería al Libro de Nehemías 6, 3: Misi ergo ad eos nuntios dicens: “Opus grande ego facio et non possum descendere; cur cessare oportet opus, si desistero et descendero ad vos?”, respuesta que da a los insistentes Sanabalat y Gose.
A mediados de noviembre de ese mismo año, Proust moría.
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