Damien Hirst, artista y empresario de éxito
"Debemos al Daniel Bell de Las contradicciones culturales del capitalismo una visión complementaria de las complejas relaciones de interdependencia entre la sociedad moderna y la vanguardia artística, en especial entre sus dos figuras emblemáticas: el empresario burgués y el artista bohemio. A pesar de sus contrastes, ambas figuras comparten un mismo origen: las dos son expresiones –una en la economía, otra en la cultura– del ideal moderno del individuo autónomo que se determina a sí mismo. La gran paradoja es que desde sus orígenes cada una de estas encarnaciones del espíritu moderno comenzó a temer a la otra y a buscar su destrucción. En la segunda mitad del siglo XX, ambos impulsos empezaron a manifestar su decadencia. Mientras que el afán de rebelión del modernismo estético se anquilosó en repeticiones rituales, la justificación moral del capitalismo devino en un craso hedonismo.
Extrañamente, a pesar de haber descrito los síntomas del deterioro, Bell parece haberse quedado a un paso de la conclusión lógica de su razonamiento: lo que advino no fue solo el fin de la oposición, sino la fusión final, favorecida por las condiciones de la cultura contemporánea, entre el burgués y el bohemio. Si, como señala Bell, las formas experimentales del modernismo degeneraron en la sintaxis de la publicidad y de la alta costura, y si la vida burguesa degeneró en el hedonismo del consumo –y, por lo tanto, de la moda–, no debería causar sorpresa que, de manera cada vez más frecuente, el burgués y el artista sean la misma persona".
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