El libro Lambda de la Metafísica de Aristóteles no es un tratado voluntariamente teológico, sino un tratado voluntariamente ousiológico, que deriva (involuntariamente) en la teología.
Normalmente se dice que los capítulos de Lambda dedicados a la sustancia sensible introducen la discusión sobre las sustancias suprasensibles. Pero éste no es el caso. El caso es que Lambda es un tratado sobre la sustancia sensible que implica necesariamente una discusión sobre las sustancias suprasensibles.
Lambda se debe entender en un contexto, a saber, que es un tratado metafísico, y que en la metafísica es crucial la teoría de la sustancia. Lambda es un tratado metafísico. El interés primario no es explicar las diferentes realidades que encontramos en el mundo, sino aquellas realidades a las que debemos apelar para explicar las cosas que encontramos: ¿qué tipo de ontología necesitamos para poder explicar cualquier tipo de ser que encontremos? Para explicar las magnitudes hacen falta las sustancias naturales; para explicar las sustancias naturales hacen falta las sustancias suprasensibles (Lambda), además de materia, forma y causa eficiente (Zeta).
En Lambda se explican otros principios de la sustancia sensible que no había explicado anteriormente, pero a los cuales se había referido ya en los libros centrales de la Metafísica, a saber, las sustancias suprasensibles (cf. 1029b13-15, 28-31; 1029b3-12; 1037a10-14).
El prejuicio arraigado de que Lambda es un tratado principalmente teológico ha hecho olvidar que la segunda mitad de Lambda discute la existencia, naturaleza y número de las sustancias inmateriales en general, no sólo la del Motor Inmóvil. Aristóteles mismo afirma que es un tratado general acerca de las sustancias inmateriales separadas.
La posición que se tome al respecto es decisiva para la interpretación de Lambda.
(Algunas notas a propósito de la Introducción de Michael Frede a las memorias del Symposium Aristotelicum celebrado el año 2000.)