[Fragmentos de la conferencia pronunciada en Yale el 4 de diciembre de 1976.]
Todos tenemos una idea más o menos clara del tema de nuestra conversación. Cierto: es uno y múltiple, sus orígenes son obscuros, sus límites vagos, su naturaleza cambiante y contradictoria, su fin imprevisible. No importa: todas estas circunstancias y propiedades divergentes se refieren a un conjunto de obras literarias poemas. Cuentos, novelas, dramas, ensayos escritos en castellano en las antiguas posesiones de España en América. Ése es nuestro tema. Las dudas comienzan con el nombre: ¿literatura latinoamericana, iberoamericana, hispanoamericana, indoamericana? Una ojeada a los diccionarios, lejos de disipar las confusiones, las aumenta. Por ejemplo, los diccionarios españoles indican que el adjetivo iberoaméricano designa a los pueblos americanos que antes formaron parte de los reinos de España y Portugal. La inmensa mayoría de los brasileños e hispanoamericanos no acepta esta definición y prefiere la palabra latinoamericano. Además, Iberia es la antigua España y también, un país asiático de la Antigüedad. ¿Por qué usar un vocablo ambiguo y que designa a dos pueblos desaparecidos para nombrar una realidad unívoca y contemporánea? Indoamericano ni siquiera aparece en los diccionarios españoles aunque sí figuran indoeuropeo e indogermánico. En cambio, esos mismos diccionarios registran una fea palabra: amerindio. A ningún maya o quechua le ha de gustar saber que es un amerindio. De todos modos, indoamericano no sirve: se refiere a los pueblos indios de nuestro continente: su literatura, generalmente hablada, es un capítulo de la historia de las civilizaciones americanas.
La palabra latinoamericano tampoco aparece en la mayoría de los diccionarios españoles. Las razones de esta omisión son conocidas; no las repetiré y me limitaré a recordar que son más bien de orden histórico y patriótico que lingüístico. Si latino quiere decir, en una de sus acepciones, "natural de algunos de los pueblos de Europa en que se hablan lenguas derivadas del latín", es claro que conviene perfectamente a las naciones americanas que también hablan esos idiomas. La literatura latinoamericana es la literatura de América escrita en castellano. portugués y francés, las tres lenguas latinas de nuestro continente. Casi por eliminación aparece el verdadero nombre de nuestro tema: la literatura hispanoamericana es la de los pueblos americanos que tienen como lengua el castellano. Es una definición histórica pero, sobre todo, es una definición lingüística. No podía ser de otro modo: la realidad básica y determinante de una literatura es la lengua. Es una realidad irreductible a otros realidades y conceptos, sean éstos históricos, étnicos, políticos o religiosos. La realidad literatura no coincide nunca enteramente con las realidades nación, estado, raza, clase o pueblo. La literatura medieval latina y la sánscrita del período clásico --para citar dos ejemplos muy socorridos-- fueron escritas en lenguas que habían dejado de ser vivas. No hay pueblos sin literatura pero hay literatura sin pueblo. Éste es, por lo demás. el destino de todas las literaturas: ser obras vivas escritas en lenguas muertas. La inmortalidad de las literaturas es abstracta y se llama biblioteca.
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El nacimiento y la evolución de las literaturas americanas en lengua inglesa, portuguesa y castellana es un fenómeno único en la historia universal de las literaturas. En general, la vida de una literatura se confunde con la de la lengua en que está escrita; en el caso de nuestras literaturas su infancia coincide con la madurez de la lengua. Nuestros primitivos no vienen antes sino después de una tradición de siglos: son los descendientes de Spencer, Camoens, Garcilaso. Nuestras literaturas comienzan por el fin y sus clásicos se llaman Whitman, Darío, Machado de Assís. La lengua que hablamos es una lengua desterrada de su lugar de origen, que llegó al continente ya desarrollada y que nosotros, con nuestras obras, hemos replantado en el suelo americano. La lengua nos une a otra literatura y a otra historia; la tierra en que vivimos nos pide que la nombremos y así las palabras desterradas se entierran en este suelo y echan raíces. El destierro se volvió trasplante.
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¿Cómo distinguir a la literatura hispanoamericana de la española? Los franceses emplean una curiosa perífrasis para designar obras escritas en su idioma por autores belgas, suizos, senegaleses o antillanos: literaturas de expresión francesa. ¿Quién entre nosotros se atrevería a llamar a Darío o a Vallejo poetas de expresión castellana? El idioma castellano es más grande que Castilla. La aparente paradoja de la literatura hispanoamericana reside en que, escrita en castellano, sería manifiesta locura llamar escritores castellanos a Neruda, Güiraldes, Rulfo. La paradoja es aparente porque si es verdad que las literaturas están hechas de palabras, también lo es que los escritores cambian a las palabras. Los escritores hispanoamericanos han cambiado al castellano y ese cambio es precisamente la literatura hispanoamericana.
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Por este solo hecho nuestra relación con Cervantes, Lope de Vega o Quevedo no puede ser muy distinta a la de los españoles. Haber nacido en Antofagasta o en Navojoa no es un obstáculo para comprender a Góngora; las dificultades son otras y nada tienen que ver con el lugar de nacimiento. Borges dijo alguna vez que la diferencia entre los españoles y los argentinos era que los primeros ya habían tenido a un Cervantes mientras que los otros podrían tenerlo algún día. Deslumbrante pero falso: Cervantes es más de Borges, si es que se puede tener una obra como si fuese una cosa, que de un notario de Madrid o un tabernero de Valladolid. Además en América la unidad lingüística es mayor que en España y es evidente que un nativo de Lima o de Santiago está más cerca del idioma de Cervantes que un catalán, un vasco o un gallego. Los clásicos de la literatura castellana no son propiedad de los españoles peninsulares: son de todos los que hablamos el idioma, son nuestros. Por supuesto, no basta con hablar la lengua; la cultura no es una herencia sino una elección, una fidelidad y una disciplina. Rigor y pasión. No, las palabras que usamos los escritores hispanoamericanos salvo los localismos y las singularidades del estilo de cada uno no son distintas a las que usan los españoles; lo distinto es el resultado: la literatura.
6 comments:
Interesante reflexión, aunque obvia. Hay, no obstante, cierta agresividad en las palabras de Paz. Juegos retóricos aparte, tan sólo querría hacer una consideración pertinente: si uno se empeña en tratar ciertos temas, provoca la aparición de torpes disputas tan absurdas como el empecinamiento del que las trajo indirectamente a colación. El español funciona, déjemoslo o terminaremos afirmando tontadas a la francesa. Como último apunte: el término "latinoamericano" quiso ser introducido por Francia para hacer notar su presencia (sic.) en los antiguos territorios de España y Portugal. Para designar a esa zona, por razones históricas, culturales y sociológicas, hay que emplear el término "Hispanoamérica" y su adjetivo "hispanoamericano/a". Lo demás es ruido y polvo.
Saludos desde Madrid,
Rafael.
Lo curioso del término "Latinoamérica" es que deja fuera a la Canadá francesa. Es un término ante todo sociopolítico, me parece.
Lo insoportable es que llamen a los mexicanos sudamericanos, porque Norteamérica empieza geográficamente en el Istmo de Tehuantepec, y políticamente en el Usumacinta... como también es insoportable que los gringos se hayan apropiado del nombre de todo el continente: "America".
Puesto que "Hispania" se entiende como la antigua España (aunque de hecho incluyera a la actual Portugal), me parece útil la distinción de Paz: hispanoamericana es la literatura escrita en el continente americano en lengua castellana, iberoamericana la escrita en dicho continente y en la Península Ibérica (aquí habría de discutirse si se incluye o excluye la lengua portuguesa).
Yo incluiría la literatura en portugués porque Portugal y Brasil forman parte de la realidad iberoamericana.
Te doy toda la razón respecto a lo que apuntas sobre México y Norteamérica.
Por último, Latinoamérica también excluye la literatura en inglés y todas las manifestaciones culturales precolombinas. Me quedaría con Hispanoamérica.
Un abrazo,
Rafael.
Presentar una conferencia tan interesante de una manera fragmentarista y reduccionista es una irresponsabilidad. Es imposible que se pueda entender la profunda reflexión que propone Paz cortando un discurso. Traicionándolo. Diseccionándolo. Recomiendo, a los que encuentren interesante la reflexión sobre identidad y lenguaje que ofrece Paz en esta conferencia, leerla de manera completa y no en fragmentos, un tanto irresponsables- sin intención de ofender a la persona que subio este aporte.
Sin intentar ninguna polémica, les dejo saludos cordiales.
Luis Torralbo
torralbo.luis@gmail.com
De acuerdo, Luis. Creo que la conferencia vale absolutamente la pena: por eso puse el link.
Hola,
Alguien podría comentar este texto? tengo que hacer un análisis para la uni, pero la verdad es que no se que decir :(
Bueno si alguien me podría ayudar y explicarme de que va la conferencia.
Muchas gracias
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